Ni la diferencia en el reloj ni los más de siete mil kilómetros que separan a Madrid de La Habana impidieron que conversáramos.
De un lado, Pablo López se sentaba delante de una cámara poco después de que echara a volar su más reciente producción discográfica UNIKORNIO Once millones de versos después de ti.
Del otro, yo, que por primera vez hacía una entrevista a través de una videollamada, cruzaba los dedos y les rezaba a todos los santos para que la conexión no fallara. Alguno de ellos debió oírme porque no hubo contratiempos y, a ratos, pareció que el autor de exitazos como El mundo o El patio y yo estábamos a dos metros de distancia, a la misma hora y en la misma ciudad.
Pudiera haberle hecho once millones de preguntas, pero redacté solo once que el hijo de Fuengirola (Málaga) respondió con absoluta transparencia. Once que hablaron de amor y de demonios, de Silvio y la verdad.
Empeñado como está en no bajarle el volumen a sus sueños, con el verbo ágil y las manos acopladas siempre al piano que es para él “un arma de construcción masiva, un arma noble” con la que ha matado solo a “‘los muertos de mi felicidad’”, Pablo insiste en que su música se escuche bien alto y para lograrlo renovó este año todas sus credenciales a golpe de poesía.
El músico de 36 años dice en exclusiva cómo esa obra ha sido un viaje para reencontrarse. “Me olvidé de mí. Descubrí muchos demonios guardados por jugar a estar todo el día en el parque de atracciones de la belleza. Hay que aburrirse de vez en cuando, que es una virtud. Quizás el equilibrio una vez más me dio un guantazo, pero es que tengo mucha suerte porque estoy escoltadísimo, más que el presidente de cualquier país”.
Al referirse a la influencia que el cantautor cubano Silvio Rodríguez ha tenido en su vida, Pablo asegura que “es tan importante lo que trasciende de la mescolanza (no la mezcla) de sus versos y su música, que a veces se me olvida hasta cómo se llama. Realmente yo me leo en él, con todo respeto”.
De acuerdo con lo que expresa “por primera vez” en público el artista español, no cree que “en la conjunción músico-lírica exista alguien que me entienda como sus canciones. Yo lo consulto y lo interpreto, pero no me he acercado a Silvio y no creo que tenga la intención porque hay un muro gigantesco entre los dos que probablemente sea la razón por la que yo escribo canciones”.
A la vez, el cantante que no pocos cubanos conocen por su desempeño como coach de La Voz declara que toca “el piano de una manera maternal, como un idioma, y escucho también a Silvio de esa forma. Sus canciones son mis padres y mis madres. La capacidad de todo ese compendio de facilidades para que yo escriba es la descripción más certera de mi propia vida. Y cuanto más viejo soy, más claro lo tengo”.
Con miedo a las comparaciones, por otro lado, Pablo afirma que su Unikornio no tiene nada que ver con el de Silvio, si bien “el Unicornio que empieza con Por quien merece amor yo lo tengo en mi casa enmarcado en la pared”.
Al ponerse frente al espejo de lo que han sido los últimos 12 meses para él, el dueño de temas recientes como Mariposa, La niña de la linterna y KLPSO no quiere destacar negativamente el 2020. “Yo me he reído, he amado; he llorado de alegría, también de tristeza; me he sentido enfermo algún día, me he sentido fuerte otro. No puedo renegar de este año. Que me maten o me insulten si quieren, pero a mí me parece uno de los años más importantes de mi vida”.
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