23.000 médicos menos, un pésimo negocio para los cubanos - "XHGM Radio Archipiélago"

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viernes, 9 de noviembre de 2018

23.000 médicos menos, un pésimo negocio para los cubanos

Cuba es hoy el país del mundo con más médicos por cada mil habitantes. Sin embargo, los profesionales de la salud que se ocupan de la atención primaria en la Isla son cada vez menos. Un análisis de los Anuarios Estadísticos de Salud Pública certifica esta contradicción, y confirma la percepción de los cubanos de lidiar con un sistema sanitario divorciado de la propaganda oficial.
Si en el año 2010 los médicos destinados en los Consultorios de la Familia llegaron en Cuba a ser 36.478, en 2017 solo quedaban 13.131; es decir, una reducción del 64% en menos de una década.
Así, nos vemos en un escenario en el que Cuba, con más médicos por cada mil habitantes (7,5) que países como Suecia (4,2), Alemania (4,1), EEUU (2,6) y Japón (2,4) —según datos de 2014 del Banco Mundial—, decide recortar drásticamente la atención primaria a la población.
Salud y voluntarismo
1984 fue el año en que, impulsado por Fidel Castro y con el objetivo de llevar la atención sanitaria a todo el país, el Gobierno cubano creó el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia. En 1987 se graduaron los primeros especialistas en Medicina General Integral, y diez años más tarde, 18.090 consultorios, edificados en comunidades, pueblos y barrios, habían transformado el panorama de la salud pública a nivel nacional.
Según la versión oficial, a partir de ese momento se redujeron los ingresos hospitalarios gracias a la atención preventiva. Igualmente, se elevó la calidad de la atención prenatal y la cobertura vacunal superó el 98%… Esos y otros indicadores de salud convirtieron al programa en referente mundial. Sin embargo, este carecía de un plan de sostenibilidad.
En 1991, la desaparición de la URSS y el campo socialista, y el fin de las subvenciones al Gobierno cubano, provocaron una implosión económica que sumió la Isla en una crisis sin precedentes y evidenció la vulnerabilidad estructural de los planes del Gobierno.
Salud, petrodólares y sociedades anónimas
La llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela en 1999 cambió completamente el panorama. La afinidad ideológica entre Caracas y La Habana condujo a una relación económica basada en el intercambio de petróleo por servicios profesionales. Mientras más de 100.000 barriles de crudo llegaban diariamente a Cuba en condiciones preferenciales, decenas de miles de trabajadores de la salud, profesores y entrenadores deportivos cubanos aterrizaban en el aeropuerto de Maiquetía.
Para La Habana, Caracas tomó el relevo de Moscú como salvavidas económico. El pasado 31 de octubre, en un acto por los 18 años del Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela, el presidente venezolano Nicolás Maduro dijo que a lo largo de Barrio Adentro —el programa en el que participan los profesionales de salud de la Isla—, se habían realizado 872 millones de consultas y más de 50 millones de asistencias en centros de alta tecnología liderados por médicos cubanos.
El oxígeno provisto por Venezuela reveló a La Habana un nuevo escenario: contaba con un esquema insostenible de atención médica dentro del país, pero también con un ejército de profesionales y la posibilidad de sacar provecho de la venta internacional de sus servicios.
Ante esta coyuntura, a raíz del VI Congreso del Partido Comunista, el Gobierno inicia una estrategia que llamó Actualización del Modelo Económico. Nuevas entidades comerciales, bajo la figura de opacas sociedades anónimas, ocuparon funciones que antes centralizaban los ministerios, sobre todo en las actividades más lucrativas. Una Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos (CSMC S.A.) se hizo cargo del negocio de exportación de personal de la salud.
Ya a finales de 2017, había trabajadores de la salud cubanos en 64 países, con Brasil y Venezuela como principales destinos.
Business is business
El nuevo esquema ha redistribuido radicalmente el panorama de la salud pública en Cuba, afectando tanto a los profesionales como a la población.
"Por una parte, está el problema de los sueldos del personal médico. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el promedio salarial del sector de la salud en el país en 2017 erade 833 pesos al mes, equivalentes a unos 34 dólares. En 2014, tras una subida salarial, los médicos con dos especialidades pasaron a ganar 1.600 pesos mensuales, el equivalente a unos 64 dólares, mientras que sus colegas con una sola especialidad disponían de un salario de menos de 60 dólares (1.460 pesos).
Estos sueldos irrisorios son la principal razón por la que los médicos cubanos se muestran dispuestos a ser enviados por el Gobierno a cualquier país del mundo, incluidos algunos con altos índices de violencia o sumidos en conflictos armados, con tal de acceder a unos recursos que en la Isla resulta imposible obtener.
La situación de los médicos cubanos es tan crítica que aceptan que el Estado cubano llegue a retenerles más del 70% del monto que pagan por ellos en concepto de salario los países de destino, y que les imponga fuertes restricciones a la libertad.
En un artículo publicado por la Pan American Journal of Public Health (Revista Panamericana de Salud Pública) en 2016, un grupo de autores, entre los que se encontraba el entonces ministro cubano de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda, aseguró que el "programa de cooperación médica [en el cual La Habana incluye la venta de servicios profesionales] produjo una tasa de crecimiento anual de los ingresos de más del 200%".
Si estos son los problemas a los que se enfrenta el personal médico, los de la población vienen de la exportación de servicios médicos, que ha significado la precarización del sistema de salud nacional.
En un año como 2017, en el que el Gobierno obtuvo 11.379 millones de dólares por la exportación de servicios profesionales, tan solo el equivalente a 428 millones se habría destinado a los gastos de salud pública y asistencia social.
El resultado de este desbalance es una acentuada disminución del personal de la salud en Cuba, el cierre de infraestructuras, la reducción de camas de hospitales, el desabastecimiento en farmacias y el aumento de enfermedades relacionadas con la insalubridad, fenómenos que medios de prensa abordarán en próximas entregas de esta investigación que hoy comenzamos.
Estadísticas y atención primaria

La solución que ha encontrado el Gobierno para conciliar la insostenibilidad de un modelo extensivo de atención sanitaria con las exigencias de un negocio próspero de exportación de servicios médicos es lo que ha llamado “reordenamiento” del sector de la salud, que comenzó en 2010, un año antes de que surgiera la CSMC S.A.

En el citado artículo de Pan American Journal of Public Healthdedicado a las "transformaciones" y estrategias de "sostenibilidad" del sistema de salud entre 2011 y 2016, los autores achacan la necesidad del “reordenamiento” al embargo estadounidense y al agravamiento de la crisis económica en los años 90. También atribuyen a esas causas el deterioro físico de las unidades de salud, la carencia de suministros y la bajada de calidad de los servicios a la población.
En concreto, la estrategia ha significado un amplio recorte de personal y una reducción de infraestructuras que se refleja claramente en el nivel primario de atención, con algunos contrastes que las estadísticas oficiales no explican: si bien el número de médicos en Consultorios de la Familia ha caído en 23.347 desde 2010 (de 36.478 a 13.131), la graduación de especialistas en Medicina General Integral —los profesionales que el Gobierno destina a la atención primaria— no ha dejado de aumentar. Fueron 47.638 el año pasado.
Las cifras oficiales tampoco precisan la cantidad de médicos generales integrales y especialistas que están en el exterior.
Solo el anuario de Salud Pública de 2012 menciona en su introducción un dato al respecto: "más de 39.000 colaboradores" de la salud en 66 países.
En la mayoría de las ocasiones los funcionarios del sector, en sus declaraciones sobre el tema, mencionan la cifra total de profesionales en otros países, sin especificar cuántos de ellos son médicos.
No obstante, en 2015 la viceministra de Salud Pública, Marcia Cobas, dijo a la prensa oficial que había más de 50.000 "colaboradores" en 67 países y que más de 25.000 de ellos eran médicos.
El "reordenamiento" se traduce también en pérdida de infraestructuras. Así, ha caído el número de consultorios en los que los médicos de la familia prestan servicios: pasaron de 14.671 en 2001 a 10.869 en 2017, o sea, 3.802 menos.
A esto se suma la desaparición de otros centros del nivel primario de atención, como policlínicos, que se han reducido de 499 en 2008 a 450 en 2017.
El Gobierno describe esta reducción como una "compactación". Sostiene que se ha aplicado, entre otros lugares, en aquellas poblaciones de menos de 5.000 habitantes que han sido redistribuidas en las áreas de salud cercanas.
Esas pequeñas poblaciones están con frecuencia en lugares intrincados y mal comunicados, en un país donde la falta de transporte es crónica. Y, aunque los anuarios estadísticos oficiales no incluyen la cantidad de ambulancias y unidades móviles disponibles, son cada vez más frecuentes las quejas de cubanos que deben trasladarse por sus propios medios decenas de kilómetros para recibir asistencia médica incluso de urgencia.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, desde 2007 han sido eliminados de Pinar del Río 438 Consultorios del Médico de la Familia, 325 de Sancti Spíritus, 257 de Villa Clara, 236 de Camagüey y 224 de Holguín, todas provincias con vastas zonas rurales.
Ganancias múltiples
"Cuba cuenta con el mayor número mundial de médicos por población, y esa población se enfrenta a cada vez mayores problemas de atención médica. A la hora de publicar sus cifras de médicos por cada mil habitantes, el Gobierno no descuenta a aquellos profesionales que ya no están prestando servicio en comunidades. Tampoco resta —ni siquiera menciona un número— a aquellos que atienden a pacientes extranjeros dentro de Cuba, como parte de los negocios de la opaca Comercializadora de Servicios Médicos S.A.
La falta o la simulación de transparencia no es de extrañar en un Gobierno acostumbrado a controlar el acceso a la información y escamotear libertades a sus ciudadanos. Por ese camino, también niega derechos fundamentales a los médicos y lesiona la salud de los cubanos.
Para proyectarse como "potencia médica mundial", el Gobierno de Cuba lucha por ocultar el evidente retroceso en la salud pública dentro del país. Lo necesita para ganar rédito político exterior y obtener recursos. Recursos que, sin embargo, no se revierten en una mejoría de la calidad de vida y de salud de los cubanos.

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