Las estadísticas no mienten. Después de la ocupación de la isla por Estados Unidos en 1898, el partido que ha gobernado España durante los últimos seis años, es el que más se ha burlado de los cubanos.
Cuba sigue siendo un caso aparte para España, pero nunca en el buen sentido de la palabra. Ahora mismo se equivocan los emprendedores peninsulares si creen que el gobierno en la isla, libre del régimen que la ha arruinado, no va a exigirles en algún momento que indemnice a los trabajadores que han venido explotando miserablemente, desde que abrieron el primer hotel con capital mixto en Varadero.
Estamos todavía lejos, pero ese día llegará, como llegó el 1° de enero de 1899, cuando todos los empleados públicos que abusaban de los presupuestos del Estado fueron echados a la calle como perros sarnosos por el nuevo poder instalado en la isla, y luego por Castro 60 años más tarde con los que quedaban. Tiempo al tiempo.
Los gobiernos de izquierda pueden tener muchos defectos, pero al menos cumplen con lo que han prometido a los emigrantes. La disposición adicional 7ma de la ley 52 aprobada en 2007, permitió el acceso a la nacionalidad española de los nietos de emigrantes por causas políticas. Gracias a la misma, la comunidad española residente en el extranjero se ha incrementado de manera exponencial, y hoy ya son más de dos millones (139.851 en Cuba) de inscritos en el Padrón de Residentes en el Extranjero (PERE).* El comportamiento del gobierno socialista de la IX Legislatura, que se dirigió los destinos de España entre 2008 y 2011, fue ejemplar en lo que respecta el tratamiento de los expedientes de nacionalidad tramitados con poco o ningún auxilio informático en los consulados españoles en todo el mundo.
El caso de Cuba resulta ejemplar en este sentido porque en sólo 3 años de socialismo se procesaron más de 50 mil expedientes de nacionalidad. Para tener una idea de lo que esto significa debemos referirnos al registro de electores (CERA) de 2007. En aquella época vivían en Cuba sólo 25.599 ciudadanos españoles. Al año siguiente (2008) se inscribieron en padrón apenas 430 personas más.
Como sabemos, la disposición adicional 7ma entró en vigor en 2007 y comenzó a implementarse durante el 2008. Pues bien, en el padrón de 2009 aparecen ya inscritas en La Habana 42.592 personas. Casi el doble.
¿Cómo se hizo ésto? ¿Contrataron un regimiento de funcionarios? ¿Informatizaron el servicio? ¿Cómo se explica que con menos personal del que hoy trabaja en esa sede se hayan conseguido un año después, tramitar 16.563 solicitudes entre 2008 y 2009, asentándolas, además, debidamente en el correspondiente registro? Se trata de un misterio aún no resuelto.
Las inscripciones se mantuvieron a este ritmo sostenido durante tres años, para alcanzar un máximo de 22.795 inscripciones entre 2010 y 2011. Todavía el año siguiente, se apuntaron en el registro 13.890 nuevos españoles.
Tres años de zapaterismo (entre 2009 y 2011) bastaron para que 46.731 españoles de Cuba obtuvieran el preciado pasaporte del reino. Un documento que cambió la vida de todas esas familias cubanas, que desde entonces han descubierto las delicias de utilizar uno de los mejores documentos de viaje del mundo para salir de aquella cárcel.
Aquella mecánica asombrosa que funcionó perfectamente en todo el planeta (y no sólo en Cuba) se terminó cuando llegó Mariano Rajoy al gobierno de España. ¿Qué sucedió? Pues que los azules de Génova 13, frenaron el tren de las nacionalizaciones en la isla por razones políticas. El parón fue espectacular. Para dar un ejemplo. Sólo 8.657cubanos regularizaron su situación entre 2012 y 2013, mientras que el año anterior, el consulado de La Habana había conseguido dar de alta en el registro a 14.138 personas. Casi el doble.
No vamos a aburrir con las cifras porque públicas, consultables y hablan por sí mismas.
La verdad es que durante los seis años que gobernó en Partido Popular en España sólo lograron inscribirse en el consulado de España en Cuba 50.528 personas.
Es de sobra conocido que este desastre, -denunciado por el Defensor del Pueblo cada año desde entonces-, afectó y afecta todavía, a más de 70.000 expedientes aún no arbitrados, según declaraciones de los propios embajadores españoles asignados en la isla. El último de ellos, Juan José Buitrago de Benito (Juanjo Guayabera para los íntimos), prometió que no saldría de Cuba sin resolverlos. No obstante, la semana pasada Juanjo tomó el avión para Madrid dejando detrás, igual que hicieron sus colegas antes de él, sólo promesas incumplidas y familias desesperadas.
En la actualidad, basta consultar las inscripciones en el CERA de los últimos 9 meses del reino de Buitrago de Benito, (durante los cuales, recordémoslo, el embajador repartió flores a troche y moche, firmó contratos con negreros, y se retrató delante del monolito del dictador fenecido -entre otros desmanes-), para constatar que el ritmo de inscripciones en el registro de españoles alcanzó valores mínimos, con una media de 466 inscripciones por mes. Si comparamos esas cifras con las del período 2011-2010 se nos cae el mundo encima, porque sólo aquel año se asentaron el registro 1900 personas EN UN MES, o sea 4 veces más que en la actualidad.
Pero eso no es lo peor.
Como ya lo han señalado otras páginas especializadas, de mantenerse el atraso actual, los 70 mil expedientes que faltan, acabarán de solucionarse en el año… 2032. Quiere esto decir que para cumplimentar una ley aprobada en 2007 harán falta 25 años de ejecución. Si esto no es cachondeo, que baje Dios y lo vea.
¿Se merecen esto los descendientes de españoles en Cuba? ¿Acaso los funcionarios que trabajan en La Habana son menos competentes que los de Buenos Aires, que ya resolvieron casi todas las solicitudes (400.000) bajo el mismo mandato de Mariano Rajoy? No lo creemos. Aquí hay gato encerrado. Tal vez algún día los sepamos. Por el momento, confiemos que, como ya aconteció en el pasado, los socialistas cumplirán con sus promesas y acabarán para siempre con el insoportable atasco de los expedientes en el consulado habanero.
Otro gallo cantará cuando se apruebe la reforma de la Ley Electoral, y se organicen los españoles de Cuba en una fuerza política capaz de pesar en las decisiones que toman los partidos peninsulares. Esperemos que cuando puedan votar en las elecciones, los cubanos tengan muy en cuenta la miserable actitud del Partido Popular para con ellos durante estos seis años de legislatura.
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