En la última semana Raquel ha hecho unas treinta fotos para Visa en su estudio en La Habana. La fotógrafa afirma que al menos esa cantidad de personas "han venido a retratarse para apuntarse en el Bombo. Yo misma me registré ya. Aunque se trata de un sorteo y las posibilidades de salir son remotas, vale la pena intentarlo", asegura a la medios de prensa.
De acuerdo con Raquel, de 29 años, "cada vez que se abre el Bombo los cubanos se movilizan. En cualquier esquina se habla del tema y la gente al menos se esperanza, sueña con que tendrá una vida mejor o podrá hacer realidad las aspiraciones que en este país no ha podido concretar". El Programa de Visas de Diversidad, conocido en Cuba como el Bombo, sortea este año 50.000 visas para emigrar legalmente a Estados Unidos. El plazo de inscripción abrió el pasado 3 de octubre y cerrará el 6 de noviembre a las 12:00 a.m.
A pesar de que el Departamento de Estado de Estados Unidos ha aclarado que el Programa de Visas de Diversidad 2020 puede realizarse únicamente de manera electrónica, los cubanos "inventan" la manera de conectarse a Internet para inscribirse.
El Departamento de Estado, órgano oficial administrador del sorteo, recalca que el proceso es gratuito y que no se aceptan aplicaciones en papel ni enviadas por correo postal, al apuntarse en el Bombo no pocas personas en la Isla desmienten aquello de que los cubanos quieren viajar, pero no abandonar el país, como ha dicho el propio presidente Miguel Díaz-Canel.
En palabras del dependiente Raicel, de 34 años, "todo el que puede se va de este país, a no ser que sea un vago o un delincuente. Sobre todo los jóvenes y los que no han tenido otra opción que trabajar para el Estado quieren emigrar porque en Cuba no se vive, se sobrevive. Hemos aprendido a subsistir. Aquí nadie puede resolver ningún problema con su salario, por eso todo el mundo roba. Si no es así uno no puede hacer tres pesos para tener nada. Uno no tiene tranquilidad cuando se enreda en ilegalidades, pero es la única forma de darle un bistec de carne de res y un filete de pescado a tu hijo o de comprarle una bicicleta; de ir de vacaciones a un hotel con tu familia o de tener un televisor HD en tu casa. En Cuba esos son lujos, pero en cualquier lugar del planeta son cosas elementales y muy comunes".
"Entonces vas a una tienda en la que unos tenis te cuestan 90 CUC y un refrigerador 800. Parece una burla. ¿Qué cubano medio puede comprarse algo de eso si su salario es de 30 CUC al mes? Solo puede el que tiene un familiar que lo ayude desde el exterior, el cuentapropista exitoso o el que le roba al Estado", explica el joven que trabaja en un mercado de la red minorista de la corporación Cimex desde hace más de 15 años.
A tenor con el ingeniero industrial Sergio, quien no se ha casado ni tenido hijos porque sueña con emigrar y, como Raicel y Raquel, se ha anotado en el Bombo: "Sabemos que en Estados Unidos hay que trabajar mucho para tener algo, pero aquí no respiras con una soga en el cuello pensando que mañana van a meterte preso porque eres un corrupto. El capitalismo educa el carácter, te reforma, aunque sea por las malas. Allí te matas trabajando, pero sabes que verás el fruto".
"La gente está muy disgustada, desestimulada, porque ve que estudiar ya no vale de nada porque el profesional se muere de hambre mientras tipos que no saben ni escribir tienen tres carros 'boteando' y son millonarios. O que si eres el nieto de un Comandante de la Revolución vas a heredar tres o cuatro casas, fincas y te vas para una discoteca a gastar 500 y 600 dólares en una mesa como lo he visto yo".
"¿Entonces dónde queda eso de que todos somos iguales y de que el enriquecimiento es malo? Aquí existe mucha doble moral. En Cuba no se mide con la misma vara a todo el mundo y eso jode mucho al que tiene ganas de ir adelante por esfuerzo propio", considera el habanero de 31 años.
Por otro lado, hay muchas personas, como Elizabeth, que viven ajenas al mundo digital y buscan a alguien "de confianza" para que les rellene sus solicitudes.
Al respecto asegura: "Yo sé que no es lo ideal, que sería mejor hacerlo uno mismo, pero no me ha quedado otro remedio. Me he metido tres veces en el Bombo y nada, pero seguiré aplicando cada vez que den la oportunidad. Por triste que sea, ni yo ni mi hija seremos felices nunca en este país".
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